La línea repartidora es un elemento imprescindible en las infraestructuras eléctricas modernas, ya que sirve como eslabón entre la distribución de electricidad general y el consumo específico en edificios y viviendas. Es la encargada de asegurar una entrega eficiente y segura de energía a los consumidores finales.
Una línea repartidora o línea general de alimentación es una conducción eléctrica que conecta la caja general de protección con la centralización de contadores en un edificio. Su función es distribuir la electricidad desde un punto central a múltiples destinatarios dentro de una infraestructura, como ocurre en bloques de pisos o edificios de oficinas. De este modo, estas líneas permiten la distribución de la energía a los diferentes consumidores, cada uno de ellos con sus propias condiciones.
La configuración de una línea repartidora puede variar en función de cuál sea el tipo de edificación y de las necesidades específicas de distribución de energía.
Los componentes principales de una línea repartidora se dividen en:
Estos conductores, que suelen ser de cobre y con aislamiento para 1.000V, son básicos para la transmisión segura de la electricidad. Además, las líneas repartidoras deben ser diseñadas teniendo en cuenta la caída de tensión máxima admisible, ya que esto es lo que asegura una distribución eficiente de la energía eléctrica a lo largo del edificio.
Este elemento es indispensable para el funcionamiento eficaz de los sistemas eléctricos en edificaciones, ya que permite una distribución equitativa y segura de la electricidad a todas las unidades habitacionales o comerciales, lo que evita sobrecargas a la vez que garantiza el acceso continuo a la energía.
La correcta instalación y mantenimiento de estas líneas asegura tanto la seguridad de los habitantes como la eficiencia energética y la reducción de pérdidas eléctricas en el sistema.