La energía química es una fuente importante para la generación de energía eléctrica, aunque presenta desafíos en lo que a impactos ambientales y sostenibilidad se refiere. ¿Tienes claro qué es la energía química y para qué sirve? Descubre todo lo que necesitas saber sobre ello.
Se llama energía química a la energía que se almacena en determinadas sustancias y que queda liberada tras producirse determinadas reacciones químicas.
Se trata, por tanto, de la energía que se encuentra en los enlaces químicos entre los átomos de las distintas moléculas. Es este principio el que permite que sustancias como los combustibles fósiles, los alimentos o las baterías sean capaces de producir energía aprovechable para cualquier tipo de uso.
Aunque se da de forma natural en procesos como la fotosíntesis o la respiración celular, a nosotros nos interesa cómo la energía química puede llegar a producir energía eléctrica.
En la producción de energía eléctrica se utilizan diferentes tipos de combustibles que contienen energía química, como el petróleo, el gas natural, el carbón, la biomasa o determinados residuos. La quema controlada de estos combustibles libera la energía química que contienen, generando un calor que se emplea para convertir agua en vapor.
Dicho vapor, por el mismo procedimiento que se da en las centrales eléctricas, impulsa una turbina, que a su vez acciona un generador que produce electricidad. Los procesos de producción de energía eléctrica a partir de energía química pueden variar según el combustible utilizado, pero todos tienen en común la liberación de energía química para producir electricidad.
El uso de energía química para producir energía eléctrica presenta algunos beneficios como la alta densidad de energía, lo que significa que es posible almacenar grandes cantidades de energía en pequeñas cantidades de combustible, o que la energía química es una fuente de energía abundante que está disponible en todo el mundo.
Ahora bien, utilizar energía química también presenta algunos contras, como puede ser la emisión de gases de efecto invernadero y otros contaminantes, como el dióxido de azufre y el óxido de nitrógeno.
Además, extraer y transportar combustibles fósiles puede ser costoso y generar además impactos ambientales muy negativos, por lo que es importante seguir explorando y desarrollando tecnologías para reducir las emisiones y mejorar la eficiencia en la producción de energía eléctrica a partir de ella.